El rechazo puede ser sinónimo del reflejo del miedo a lo desconocido. En algunas ocasiones es un espejismo con connotaciones negativas. No vemos agua y no permitimos que nos calme la sed. Parece que el elitismo de algunas esferas del sistema artístico ha desplegado sus raíces por los sectores de la generalidad. Pero no siempre se lleva a cabo este proceso. La historia avanza y renovar forma parte del proceso.

Barcelona es ejemplo de ello. La galería local conecta una parte importante en la historia del arte universal. Pero yo me fijo en una en concreto, situada en pleno Eixample barcelonés, en el carrer Consell de Cent, junto a cuatro galerías más en la misma manzana, formando un conjunto artístico local importante para la ciudad. La Galeria Mayoral es experta en llevar el arte a su terreno de postguerra y sorprender llenando aquellas carencias expositivas reclamadas por la ciudad.

Hubo un tiempo en que las galerías eran máximo factor de visualización artística en las ciudades, llevando esta tendencia junto a la comercialización mercantil de las obras de arte. Esta carga estaba compartida junto a las revistas de arte, que con las nuevas eras, fueron perdiendo el encanto original para recaer en la nostalgia. Las galerías se reinventaron y ahora sufren un proceso de cambio. En este caso podemos verlo junto a la exposición Saura, Tragedia-Creación, donde la galería expone la primera antología del artista en trece años. La exposición se inicia con la obra Salvatierra(1957), exhibida en la 29ª edición de la Bienal de Venecia en 1958. Pensar en el recorrido de una obra que puedes apreciar a menos de un metro de distancia produce una sensación de vértigo cultural increíble. En la misma sala podemos contemplar Stima(1959) y Pandora(1960) por un lado, y Nila(1962) y Ariza I(1963) dando la bienvenida a la documentación presentada en el pasillo de la galería. Dos vitrinas, una con Programio(1951) y otra con Fijeza, ensayos(1999). Finalizando el pasillo dos óleos: Retrato 86(1960), característico por su horitzontalidad atípica, y Sin título (1957). Toda palabra anterior se centra en esta obra. Y en las anomalías horizontales, y en los discursos de libre soporte, y en las obras especiales. Pero esta obra concreta todo discurso encaminado. La galería ha iniciado un proceso de investigación sobre esta obra inédita, cedida por la familia Millares. 

La última sala la componían la documentación en relación al artista junto a los óleos Retrato H5(1962) horizontal, presidiendo la sala, 40 suposiciones (1975) en el extremos derecho, y las composiciones de collage y tinta sobre papel Composición 13(1956-57-58), Montaje nº18(1958), Composición nº25(1958) y Montaje nº4(1959-60).